Emilia Attias y el running

"Me enamoré de la sensación de libertad", dice. Y cuenta cómo correr cambió su vida, pese a que lo dejó de lado cuando nació Gina: Ahora que volví a entrenar tengo más energía.



Su rostro no necesita presentación: hasta los más chicos pueden deletrear su nombre cuando la ven. O, incluso, describir algunos aspectos de su extenso currículum. Porque Emilia Attias no alcanzaba la edad de una adolescente cuando se le presentó la oportunidad de lanzarse como modelo. Y, con los años, el brillo de su imagen se volvió aun más intenso por sus diversas actuaciones.

No sólo se limitó a la televisión, donde participó en reconocidas novelas de ficción como Rebelde Way, Los Roldán, Casi Ángeles y Mis Amigos de Siempre, entre tantas otras. Además, condujo varios programas y fue protagonista de películas que presumen algunas distinciones, como las que obtuvo El Secreto de Lucía.


Pese a que también se luce como DJ, una tarea que la lleva a recorrer diferentes ciudades y países, en 2016 la vida le propuso otro libreto: el de madre. De algún modo, el nacimiento de su hija Gina, fruto de su matrimonio con el actor y humorista Naím Sibara, es el rol que siempre quiso interpretar. Y, aunque no tiene tanta experiencia como arriba del escenario o delante de las cámaras, Emilia se ejercita segundo a segundo para mostrar su mejor performance en cada escena. De hecho, no oculta la técnica que utiliza para poder lucirse. “Ahora que volví a entrenar tengo más energía en casa hasta tarde”, cuenta la embajadora de Reebok.

Sucede que la actriz, que también fue finalista de Bailando Por Un Sueño en su edición de 2006, encontró en el fitness una forma de sentirse libre. “No hay dudas de cuánto impacta en la vitalidad de tu cuerpo y tu organismo”, dice mientras se prepara para su próxima meta: correr los 21K.

-¿Qué es más difícil? ¿El entrenamiento en el gym o el de madre?

-(Risas) El de madre, sin dudas, ja. Mi hija acaba de empezar a caminar y no te podes imaginar... ¡Salgo corriendo cada dos por tres para atajarla! Salidas explosivas a la orden del día, ja.

-¿Qué aprendiste con Gina en la maternidad?

-Sigo aprendiendo... No creo que pare nunca más eso: es un constante aprendizaje ser madre. En lo que pude vivir hasta hoy, aprendí a ser más paciente, organizada, y menos dramática, porque hay que tener en cuenta que todo repercute en ellos y es peor, ja. Todo lo demás me sale con mucha facilidad… Soy una madre muy feliz.

-¿Te costó volver a entrenarte después de ser mamá?

-¡Un montón! No tanto por la pereza, salvo los primeros meses porque no dormís nada… Pero después, fue por la organización. Realmente tuve que aprender a organizarme muy bien para llegar a hacer todo lo que tengo pendiente para hacer en el día, incluyendo el entrenamiento. Desde que soy mamá, el tiempo vuela y siempre te queda corto. Extrañaba entrenar. ¡Me hace muy bien!

-¿Cuándo te enamoró la cultura fitness?

-Siempre fui muy activa y deportista desde chica: hacía hockey y algo de baile. Hubiera hecho más cosas también… Después empecé a entrenar a los 20 en distintas disciplinas, y me enganché un montón. El estado de salud que te da, la sensación de bienestar, la respuesta física, la oxigenación, la energía... A mí me hace muy bien, me imagino haciéndolo siempre. ¡Lo que no me imagino es haciendo siempre lo mismo! Voy a ir probando distintas cosas, ja. Ahora estoy con el running, después quiero agregarle ciclismo, natación, y alguna vez quiero adentrarme en las artes marciales. Creo que yoga y baile son las únicas cosas que siempre me acompañarán.

-En un posteo de Instagram, en Susa Valley, dijiste que correr entre las montañas te generó una sensación hermosa, que nunca te sentiste tan sana…

-Uf, sí... Me acuerdo de esos días. Las montañas tienen algo único, que es ese aire tan puro. Te hace bien sólo estar ahí parada, ese silencio, esa imponencia de las montañas conteniéndote, y ese aire tan limpio te cura. Encima, correr en ese contexto es una motivación enorme para mí.

-¿Cómo empezaste con el running?

-Lo descubrí hace como cuatro años. Empecé sola… Me parecía lo más práctico porque era en cualquier lugar y en cualquier horario. Justo estaba en una época de muchísimo trabajo y no tenía casi nada de tiempo… Después me enamoré de esa sensación de libertad y empoderamiento que tiene correr, de meditación en movimiento, y no lo deje más. Ahí empecé a correr con un profe de manera más “profesional” para prepararme para carreras.

-¿Sentís que la cultura fit, de la que el running forma parte, creció porque la gente quiere sentirse bien, más allá de sentirse linda físicamente?

-Totalmente. La gente tiene ahora mucha más conciencia de salud, de bienestar, es una búsqueda muy genuina, mucho más que la estética en este momento, yo creo. Es un cambio de paradigmas a nivel mundial, que yo creo que hace muy bien, y saca las presiones pasadas sobre la imagen milimétricamente perfecta que había que tener. Hoy todo es ser sano. Y de esa manera seguro te vas a ver y a sentir bien. Eso te hace feliz y poderoso, tengas los talles que tengas. Tu mejor versión es esa, la más sana y empoderada.

-¿El running es un estilo de vida o un deporte?

-Un estilo de vida: siempre te va a acompañar. Una vez que conectaste con eso lo vas a querer hacer siempre. Y todos los hábitos sanos que trae aparejados.

-¿El Turco (Naím) te acompaña al hacer deporte?

-¡Sí! Él es muy deportista también. Pasa que elige el fútbol, por lo que no salimos tanto juntos a correr. Igual, hacemos funcional o vamos al gym juntos. Aparte, en la playa corremos juntos y surfeamos.



Fuente: www.ole.com.ar

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